Pasaron muchas semanas para lograr coordinar esta reunión a través de Skype, pero la espera valió la pena. Javiera desde el otro hemisferio, en el caluroso Puerto Vallarta, y nosotros, desde un primaveral Santiago, tuvimos una entretenida conversación que duró horas y en la que nos internamos en la historia de esta diseñadora y artista del libro, cuyas obras llegan a Chile por primera vez a través de nuestra librería.

Conoce más de sus motivaciones y de su experiencia en esta entrevista.

Naranja Publicaciones (NP): Hola Javiera,  partamos nuestra conversación contándonos cómo comenzó tu interés por el libro.

Javiera Pintocanales (JP): Yo creo que todo comienza en mi casa, donde todos eran muy lectores, por lo que los libros siempre estuvieron presentes  y eran además el mejor de los regalos. Recuerdo, por ejemplo un par de veces que mi papá por trabajo tuvo que viajar a Buenos Aires  y llegó cargado de libros que en esa época no se encontraban en Chile y que eran libros infantiles poco usuales como cómics, libros de cuentos de terror para niños u otros con ilustraciones de pintores surrealistas.

También me acuerdo que los desayunos en cama del domingo eran especialmente leídos; tengo recuerdos de estar mis papás en su pieza leyendo el diario y estar mi hermano y yo cada uno en la suya, leyendo libros o cómics con el desayuno en el velador. Era un momento de placer para todos.

También fue la biblioteca de mis papás la que poco a poco me fue introduciendo a la lectura. Mi papá hacia de “departamento de censura” y  me iba pasando libros según mi edad y mi criterio. Pero ya más grande me saltaba esos filtros y me iba directo a los libros “prohibidos” que metía bajo el colchón para leerlos a escondidas.

También tuve una infancia de mucho cómic, como por ejemplo Asterix y Obelix, Lucky Luke, Garfield, Mafalda y los libros de viñetas de Quino y Mordillo.

También andaban por ahí algunos de mi papá que eran para adultos como, “Boogie el Aceitoso” o “Lobo”, uno muy bizarro que le gustaba a mi hermano.

Y de la escena nacional me leí todo Mampato y devoré toda la serie de personajes de Cucalón.

En fin, el libro en mi casa siempre estuvo presente.

NP: Y ¿de qué manera la influencia lectora en tu niñez se presenta en tu formación académica?

JP: Cuando entré a estudiar diseño gráfico a la Universidad Católica de Valparaíso se me amplió el mundo y me encontré con una manera de pensar y hacer que hasta el día de hoy aparece en mi trabajo.

En la Escuela la manera de estudiar  –en mí época al menos– era “haciendo “y de una manera muy física, muy análoga. Hacíamos las imágenes con tinta, grabado y lápiz y los libros a su vez se diseñaban y construían.

En esos años, la formación en diseño gráfico, tenía una tendencia más bien editorial y en paralelo aprendimos técnicas gráficas como el grabado en metal y madera. Todo eso lo disfruté muchísimo y sin duda me marcó; tanto que sigo en ello hasta el día de hoy.

NL: Entonces ahí se entiende un poco el cómo llegaste al diseño editorial.

JP: Sí, el desarrollo que teníamos en la Escuela era en torno a la mano, al hacer, por ejemplo, nuestros ejercicios de estudio eran totalmente libros de artista; contenían obra original, dibujo, grabado, y debías pensar y construir su forma de lectura. Fueron ejercicios muy potentes y que luego reconoces como un germen artístico y creativo equivalente.  Ahí fue cuando se me abrió una dimensión que no tenía contemplada.

Posteriormente hice algunas ayudantías y trabajé en el Taller de Ediciones de la Escuela, siendo ese mi primer encuentro con el diseño editorial como ejercicio profesional.

Al terminar la universidad quise seguir estudiando en esa dirección pero en Chile no existían programas que profundizaran en el mundo editorial.  Así que investigué y supe de un máster en Edición que se dictaba en Barcelona y me interesó porque revisaba todo el proceso de un libro, desde el trato con el autor y el original, la edición y corrección de textos, el diseño, la tipografía, la impresión, la producción y la distribución, hasta la venta en librerías.

Siempre me pareció que el diseño estaba al final del proceso de un libro y a mí me interesaba tener más herramientas para intervenir en el procesos de pensar un libro o desarrollar un proyecto editorial,  algo que tiene que ver directamente con los contenidos; los que pueden verse modificados o re-estructurados buscando su íntima relación con el diseño de la página y el objeto que los contiene; para pensar el libro como un todo.

NP: En muchos de tus trabajos apuntas a la transgresión en los modos de lectura, al recurrir al libro de artista y libro objeto ¿Qué te motiva a trabajar con formatos no tradicionales?

JP: Para mí pensar y hacer un libro artístico es un ejercicio creativo enorme y que sin duda me sirve en mi trabajo como diseñadora de libros “convencionales”. Es una posibilidad de pensar el libro con absoluta libertad, en lo que puedes incorporar tus intereses y obsesiones personales; que es lo contrario al trabajo de diseño editorial, donde uno está al servicio del otro (aunque siempre lo que te obsesiona se termina colando). En cambio, al hacer un libro desde mí , debo encontrar mi propia lógica; un juego que responda a sí mismo y que me permita construir una íntima relación entre el contenido, la forma del libro, su materialidad, etc. Además puedo cuidar cada parte del proceso de impresión y construcción del libro, lo que me permite ir aprendiendo más en en esa práctica. Me sirve mucho el “pensar haciendo”.

NP: Para ello fue fundamental haber estudiado encuadernación.

JP: Barcelona es una ciudad de una enorme cultura editorial y una apasionante tradición en torno al libro y sus oficios, en los que aún uno puede formarse. Al terminar el máster en Edición decidí quedarme y continuar con estudios de encuadernación, que era otro pendiente que traía desde Chile.

Me parecía que sólo podía entender el libro, como objeto físico, si lo lograba desarmar y conocer su estructura. Sólo así, podía proponer algo nuevo.  Así que estudié encuadernación para comprender la construcción del objeto y con ello ver sus posibilidades de cambio.

Mientras estaba estudiando encuadernación, Georgina Aspa –quien en ese momento era una de mis profesores– me invitó a participar con ella en una exposición de libros que debían  ser realizados entre un artista y un encuadernador. De esa invitación y trabajo conjunto nació el libro “Cardumen”, que presenta una colección de libros como si fuera un grupo de peces y compara la figura del pez con la de la letra, diseccionando sus partes y relacionándolas.  Los libros incluyen grabados al aguafuerte originales e intervenidos con pop-ups, cubiertas de alga nori y cuelgan desde anzuelos.

Ese fue formalmente mi primer libro de artista y el primer acercamiento al mundo de la edición de arte .

Con ello descubrí que todas mis obsesiones se reunían en el libro como objeto de arte y que era un disciplina viva y activa, con artistas y encuadernadores dedicados a ello, ferias, exposiciones y colecciones públicas y privadas. Obviamente es un mercado pequeño, pero creo que va en crecimiento.

NP: ¿Y por qué decides seguir trabajando con este formato? ¿qué significa para ti el libro de artista?

JP: En el ámbito del libro como objeto de arte, hay mucho cuestionamiento sobre qué es y qué no es un libro de artista. ¿Un libro ilegible puede ser un libro de artista? ¿Un libro escultórico que no puedes abrir, sigue siendo un libro? Entiendo que puede ser necesario para el estudio de la disciplina pero creo que lo más importante es que sean ejercicios sobre la lectura y que hablen de una búsqueda por parte del autor en la figura y soporte de lo  que es y puede ser una página o un libro. Los libros de artista son una disciplina como la pintura o la escultura, y me parece interesante que existan personas que en ello vean un soporte y un lenguaje en el que se pregunten cosas.

En mi caso, yo pienso en formato libro; las ideas que se me ocurren tienen que ver con páginas, pliegues y despliegues, y las imágenes que desarrollo son para formar parte de esos proyectos. Por ahora, busco que lo que hago sea reconocible como libro; creo que entre esos márgenes hay mucho por transformar y reconvertir. Aunque también he hecho instalaciones que salen de la figura habitual, como es el caso de “Chile, territorio literario”, donde a partir de 113 libros se busca contener la geografía de Chile y la literatura que habla de sus lugares.

El libro reúne todo lo que me interesa: la tipografía, el papel, el grabado, la impresión y la lectura, esta última siendo un punto muy importante, porque le ojo siempre está leyendo y recorriendo. En un libro, siempre puedes jugar con esa lectura; guiándola a través de las páginas, los textos y las imágenes, y también construyendo un ritmo a partir de acentos o descansos.

También me parece interesante trabajar con algo que la gente ya cree que conoce y mostrar en ello otras posibilidades.

NP: Javiera, y tú que has tenido la experiencia de vivir en Chile y España ¿cómo ves el actual desarrollo editorial chileno?

JP: Yo creo que en Chile cada vez hay más movimiento, sobre todo con la autoedición y el fanzine. A mi me encanta que ocurra, porque empodera mucho a la producción, es decir, permite un “lo proyecto, lo hago y lo imprimo”, entonces te da una autonomía que es súper fructífera. Y producto de esa autonomía es que se amplía la diversidad de propuestas y aumenta la producción y comienza a ver un grupo de personas manifestándose en ese lenguaje y luego juntándose para conocerse o organizándose para mostrar su trabajo.  Todo eso comienza a armar una escena nacional en torno a la edición independiente que me parece que es importante y que esa autonomía productiva también da la oportunidad a que aparezcan contenidos que vienen de lo propio. Un lugar que comienza a escribir/ilustrar/publicar de y desde lo propio, habla de una madurez que es muy bonita de ver.

NP: Y por último, ¿algún libro que quieras recomendar?

JP: ¡Si! De hecho es un libro que ustedes tienen: “Livros”. Me encanta, porque cada vez que uno se pierde en el camino de ver el libro como la posibilidad de algo nuevo, te ayuda a preguntarte qué es un libro; te conecta con sus principios y te hace revisarlos. Yo tengo la edición en español y siempre lo regalo, sobre todo a niños.

Revisa los trabajos de Javiera Pintocanales disponibles en Naranja.

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